Performance fluvial donde busqué habitar la vida acuática del río Ubajay, Santa Fé. Curadora Residencia. 2021
Desde hace varios años mis proyectos rondan alrededor del agua. Particularmente de los ríos y orillas en la ciudad de Buenos Aires. Me interesan las formas posibles de habitar los paisajes fluviales y los modos de transitarlos.
Para la residencia Curadora, propuse adentrarme en el paisaje litoral de Rincón, desde la exploración visual y sonora. Caminar, escuchar, estar ahí y esperar a que el lugar muestre sus señales.
Durante varios días, visité el río Ubajay en distintos horarios y en cada encuentro algo se iba develando.
Las consecuencias de la bajante histórica en el río Paraná dejaba al descubierto el cauce del río. Los camalotes se acumulaban, bloqueando la circulación del agua y la corriente se movía en espiral. Dos botes estaban amarrados en la orilla de acá. Uno de ellos, se llamaba el “Perla Negra». Desde la orilla de enfrente llegaban sonidos de cencerros y otro bote más pequeño esperaba que alguien lo navegara para regresar de la isla. Una familia pescaba sentada en una ronda de sillitas playeras con sus cañas clavadas en la tierra esperando el pique. Un chancho muy rosado retozaba al sol del otro lado del alambrado que dividía el paso en la orilla.
Tras algunas visitas a esta bajada en el callejón Montenegro, ví cómo los botes amarrados eran usados para ir y venir a la isla de enfrente. En esta zona, se utiliza un remo largo con un paleta al final. De pie y desde atrás se dirige el bote.
Conversé con la familia Ríos, que resultó ser la dueña de los botes y les pedí prestado uno.
Entonces, me propuse replicar el cruce del Ubajay como una forma de transitar este territorio fluvial.
El primer cruce lo hicimos con la colaboración fundamental de Manuel Coll, compañero de la residencia. Los camalotes nos llevaban para donde iban, la corriente espiralada nos hacía girar en círculos. Inventamos métodos de remo sincronizado y nuestro bote se enredó sucesivamente en enjambres de camalotes. Pero cruzamos, una y varias veces de una orilla a la otra.
Volví varias veces al Ubajay buscando registros de su vida acuática. Sumergí la cámara en el agua que flotó con el bote, se hundió y vibró con la corriente.
En esta performance aprendí algo de la fuerza del agua y del equilibrio fugaz y frágil de mantenerse de pie sobre el río. La cámara viajó conmigo y se agitó con mi respiración en cada intento de guiar el bote a la otra orilla.